miércoles, 20 de noviembre de 2013

A Homeland le faltan Mortadelo y Filemón







Me encantan las novelas de espías, las películas también y las series si son buenas las disfruto mucho. He visto unas seis veces Tinker Taylor Soldier Spy”, serie inglesa basada en la novela del mismo nombre, que he leído tres veces, de John Le Carré. La película del mismo nombre en mi casa no se llama así,  después pasó a llamarse ¿otra vez? y por último ¡otra vez! La continuación de la serie Smiley’s People la he visto tres veces, es buena pero no tanto como su predecesora. Alec Guiness fue un genio. La contención casi igualada por Gary Oldman en la película es un prodigio de interpretación, además de trasladar en imágenes todo lo que sugiere, e incluso no explica, Le Carré en la novela.
 Tengo un buen recuerdo de Reilly: Ace of Spies, pero sabemos los mecanismos de la memoria no pudiendo evaluar con un mínimo de objetividad la mini serie, y más cuando tenía doce años cuando le emitieron en TVE. Ha pasado demasiado tiempo.

No hace mucho vi la mini serie Cambridge Spies. Pasable. Versa sobre la historia de Kim Philby y los cinco de Cambridge, aunque en la serie pasan a ser cuatro. Le falta empaque, y sobre todo, capítulos. Como primera aproximación a una de las historias increíbles del mundo del espionaje no está mal, aunque algunos cambios en los sucesos que realmente pasaron lastran demasiado para calificarla como buena.

El denominador común que tienen las cuatro series que he mencionado es que son británicas.





Del otro lado del charco he visto siete de las ocho temporadas de 24. Serie genial en algunos aspectos de la forma pero el guión es demasiadas veces para estúpidos o encefalogramas planos. Terroristas que entran  en la Casa Blanca con una facilidad inusitada, o en el centro antiterrorista por las alcantarillas, hacen que me pregunte muchas veces como llegué a ver siete temporadas completas.
De la que me queda un sabor agridulce es de Rubicón. Los primeros cinco capítulos son una obra maestra, a la altura en cuanto a narración, aunque el estilo es diferente, a las dos joyas de la corona de la narrativa televisiva: The Wire y Los Sopranos. Sublime la estructura, en donde vamos sabiendo poco a poco las motivaciones, los miedos, las búsquedas de unos personajes asfixiados en una gran mentira de la que pocos conocen su existencia. A todo éso le añadimos el que para mí es el mejor personaje secundario que he visto nunca en una serie, Kyle Ingram, tenemos una obra maestra, casi Lo que explicaba la serie con demasiada verosimilitud te hacía pensar como es que se habían siquiera planteado hacer una serie así, además de un ritmo narrativo pausado no apto para todo el mundo, mejor dicho, apto para muy poca gente. El anuncio de que no habría segunda temporada hizo que a medida que llegaba su desenlace bajara mucho su nivel, pero aún así estando muy por encima de la media.




Hoy he visto otro capítulo de la tercera temporada de Homeland. No he podido terminarlo. No he caído como con 24. Una serie que comenzó con los primeros capítulos de forma magistral hasta qué … lo de siempre, o casi siempre, con las series americanas: quién está delante del televisor es imbécil o peor, según los programadores, lamentablemente las audiencias dicen los mismo, y no sólo al otro lado del charco, porque viendo las series que tienen más audiencias en España podemos darnos una idea de cómo funcionan las cosas. En resumidas cuentas, entrar en casa del jefe de la CIA, sí, la CÍA, no la TÍA del superintendente Vicente, es algo que se puede hacer con relativa facilidad y se presupones, ojo spoiler, o posible spoiler, el jefe de la agencia de espionaje americana guarda material secreto en el ordenador de su casa, sí, la misma a la que se puede entrar con relativa facilidad.

Viendo las alegrías de los guionistas en pos de un suspense más anticuado que una máquina de escribir, en las que los sistemas de seguridad parecen peores que los de Karla o Smiley te hacen preguntarte ¿por qué son incapaces en mantener la lógica interna de la propia serie? En pleno siglo XXI, la NSA es capaz de monitorizar la vida electrónica, y no tan electrónica de millones de personas en el mundo aquí el director de la CIA se entera de que su mujer le está pegando el salto cuando llega a su casa. Y hay quién echa de menos su Homeland, aunque precisamente sean todas sus incoherencias.

0 comentarios:

Publicar un comentario